jueves, 8 de diciembre de 2011

Mudo

Amanecía, y él despertaba de su noche en vela.
No enconró motivos para dormir ayer.
Se enredó en las sábanas y sufrió con ellas,
las memorias que el día no lo dejó ver.
Emprendió el camino que lo acosaba a diario
y una vez más, solo se arrastró.
Ocultó su rostro y ensució sus manos
y sin motivo alguno, eso lo calmó.
Se sentía ausente y no le dio importancia.
Siempre supo que eso estaba mal.
La tinta solía atrapar sus ansias
y apartarlo aveces de la realidad.
Sus frases eran cada vez menos cuerdas
y a partir de ese día, nunca más habló.
No hubo preguntas, ni reclamos, ni quejas
y el sonido de su voz finalmente olvidó.

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